Tengo una historia que no fue fácil transitar. ¿Cómo pasé de sufrir ataques de pánico constantes, un uso abusivo del alcohol y relaciones tóxicas, a tener una vida plena y feliz, en armonía junto a mi familia y ayudando a cada vez más personas?
“La culpa de todo la tiene mi mamá”. Eso pensé durante mucho tiempo. Y era lógico, ya que sus agresiones físicas y abusos mentales hacia mí comenzaron cuando yo era muy pequeña. Me acompañan recuerdos terribles desde los 3 años, que fueron generando en mí un miedo muy grande hacia ella.
Sobrepasada por la situación, comencé a fumar y a tomar alcohol desde mis 13 años. Siempre fui una persona muy social, y ahora entiendo que en parte lo que hacía era buscar ese amor y respeto que no tenía en casa. El problema era que las fiestas siempre iban acompañadas de alcohol, y mi gran vida social me llevaba a tomar demasiado.
Luego de un desastroso accidente de carro cuando tenía 15 años, comencé a sufrir severos ataques de pánico. Traté de manejar los ataques con pastillas, pero decidí dejarlas porque tomaba mucho alcohol.
A los 16 ya vivía sola y me mantenía financieramente, pero emocionalmente estaba quebrada, y a los 21 me casé y me mudé de PR a Los Ángeles CA. Y luego a Miami Fl, donde en el 2001 tuve a mi preciosa hija Priscilla Isabel.
El hombre con el que me casé me quería mucho, aprendimos muchas cosas juntos, y de hecho ahora somos como hermanos. Sin embargo, él era muy controlador, y yo me volví muy dependiente emocionalmente de él. En ese momento no sabía lo que ahora sí sé, y no me daba cuenta de que estaba repitiendo el mismo patrón de relación que tenía con mi madre.
Y así estuve durante otros 10 años. En una montaña rusa de ataques de pánico, sin propósito, preguntándome quién era yo en realidad. Me sentía vacía, sola y llena de miedos.
Aunque no fue un proceso fácil y me exigió muchos días y noches de llanto y reafirmación en mi decisión, en el 2008 me divorcié y comencé una vida nueva con mi hija, lejos del abuso emocional. Yo ya estaba licenciada como corredora de Bienes Raíces en Florida, y durante 3-4 años, movida por la necesidad de salir adelante sola con mi hija, los ataques de pánico desaparecieron.
Mi corazón está lleno de agradecimiento hacia quienes fueron mi gran apoyo en ese tiempo, mis amigas, a quienes realmente considero mi familia porque su presencia fue fundamental para mí.
Mágicamente, en el año 2013 conocí al que ahora es mi esposo. Un hombre sumamente íntegro, lleno de mucho respeto, con 2 hijas y muy estable en todos los aspectos de su vida. Comenzamos una hermosa y saludable relación junto a nuestras respectivas hijas. Y todo se sentía perfecto: tenía la familia que siempre quise, comencé a trabajar en su Firma de Bienes Raíces, adquirimos dos perritos bellos y todo era perfecto. Tras 1 año nos comprometimos, y yo decidí dejar de tomar alcohol y dejé de fumar.
¡Sentía que estaba en el mejor momento de mi vida!. Sin embargo, los ataques de pánico se apoderaron de mí como nunca antes… Poco a poco deje de manejar mi auto, luego deje de salir, luego casi no podía comer, no podía bañarme sola, me despertaba con un miedo de horror, alguien tenía que quedarse conmigo siempre, no podía estar sola.
Mi mundo se derrumbó cuando todo estaba perfecto.
¿Qué me estaba sucediendo?
En una caída sin sentido que duró 3 largos años, me llené de miedos, lloraba todos los días, realmente sentía que la cabeza me iba a explotar y que estaba a punto de morirme. Me preguntaba gritando ¡¡¡¡¿¿¿Por qué???!!!!!
Mi esposo me apoyó incondicionalmente, y yo, desesperadamente fui a médicos, visité clínicas especializadas, meditaba, rezaba, hacía yoga, probé diferentes métodos naturales… y aunque ahora entiendo que eso me ayudó a llegar a otros puntos, en ese momento nada mejoraba, no llegaba a la raíz.
Al pasar unos 3 años conocí a mi Coach de manera también mágica, y ella comenzó a trabajar conmigo de forma gratuita por un mes. Y sin yo darme mucha cuenta, por fin algo se empezó a mover en mí, en mi vida, así que al año siguiente decidí contratarla como mi coach personal.
El coaching abrió un nuevo mundo en mi vida. Un mundo de aceptación, crecimiento y conocimiento. Aprendí que yo tenía la misma capacidad para destruirme que para construirme. Aprendí a buscar todas mis respuestas. Comencé a vivir desde un espacio de amor y compasión. Desde el entendimiento, desde mi Diosa interior, desde mi corazón.
Luego de mucho trabajo personal, comprobé como mi vida se movió desde un espacio de miedo a un espacio de puro amor. Fue entonces, al mirar hacia atrás, cuando comprendí mi propósito. Lo mejor que yo puedo aportar al mundo es mi experiencia, ayudar a otros a elevar su frecuencia y moverse de esos espacios tan obscuros en los que yo también caí.
Así fue como me suscribí a “The Life School Academy” y hoy disfruto de mi trabajo como coach certificada, ayudando a cambiar vidas como yo cambié la mía.
Sin duda, el trabajo a través del coaching fue mi mejor inversión en la vida. Y estoy segura de que también puede serlo en la tuya.